El País Vasco francés está de moda. Vente a recorrerlo en esta ruta por ciudades y pueblos tan emblemáticos como Bayona –su capital–, Biarritz, San Juan de Luz, Sara o Ainhoa, entre otros. Prepárate para disfrutar de su arquitectura tradicional, sus paisajes pirenaicos y una costa salvaje con atractivas olas.
Comenzamos nuestro recorrido por la capital de los Países Vascos franceses. «Bayonne» en francés, «Baione» en euskera o simplemente Bayona representa el esfuerzo más evidente por conservar la esencia vasca a todos los niveles. Basta pasear por las calles principales de su centro histórico o por las salas del también visitado Museo Vasco para reconocer la identidad vasca por doquier en un entorno que bien podría ser el de Bilbao o San Sebastián. Conocida turísticamente como una «ciudad de arte e historia» y atravesada por los ríos Adour y Nive, ha sido emplazamiento favorito por distintos pueblos desde tiempos romanos, de ahí que cuente con un barrio judío que compite en ambiente con Camden, una tradición chocolatera traída por maestros sefardís, así como un castillo nuevo y unos vestigios amurallados que merece la pena visitar. Te hablamos de estos y otros reclamos de la ciudad en este artículo.
Imprescindible: si viajas a Bayona en verano, no te pierdas sus famosas fiestas, celebradas en la última semana de julio.
Apenas 15 minutos en coche nos separan de nuestro próximo destino. Situada en el extremo occidental de los Pirineos franceses, en pleno golfo de Vizcaya, en un enclave privilegiado marcado por un horizonte infinito de mar y olas, Biarritz ha pasado de ser el destino elegido por la realeza desde el siglo XIX, a ser uno de los lugares más atractivos para surferos y amantes de las vacaciones junto al mar en su formato más tradicional. Ni la pátina del paso del tiempo ha logrado diluir la esencia elegante, glamourosa y distinguida de esta villa señorial. Prueba de ello son el Hotel du Palais –en su día residencia de verano de Eugenia de Montijo, la esposa de Napoleón III– o su casino –una joya del «art-déco». Por su parte, la Grande Plage colma las ansias de sol y mar de quienes vienen a veranear, mientras que la Plage de la Côte des Basques hace las delicias de los amantes del surf. Mientras tanto, los lugareños se pasean por la Plage du Vieux Port o la de Milady, o se asoman a la icónica Rocher de la Vierge en busca de un momento de paz.
Imprescindible: probar los «gateau basques» de la Maison Paries, uno de los dulces más famosos de la zona.
Estación balnearia vecina de Biarritz, Anglet reúne algunas de las playas más espectactulares de los Países Vascos franceses, y también las más codiciadas por los aficionados al surf. Con un total de 11 playas atlánticas de arena fina y dorada que atrae a deportistas de todo el mundo, esta zona costera es conocida como la «California francesa» o la capital del surf del País Vasco francés. Nombres como el de Barre o Cavaliers son solo algunos de los referentes que les han llevado a tales sobrenombres. Sin ir más lejos, en la primera de ellas tuvo lugar uno de los primeros campeonatos de surf del mundo en 1968. Hoy en día esto se traduce en numerosas escuelas de surf, actividades, competiciones y eventos internacionales durante todo el año en un enclave que presume incluso de tener su propio «paseo de la fama» de los deportistas, el Surf Avenue de Anglet. En los 4,5 kilómetros de costa que separan Biarritz del estuario del río Adour se enconden joyas como la playa del Club, la playa urbana de Sables d’Or, la de Marinella o la de Madrague.
Imprescindible: darse una vuelta por el mercado Halles des 5 Cantons, el lugar ideal para catar la gastronomía local.
Reemprendemos nuestra ruta por el País Vasco francés poniendo rumbo a la costa Atlántica para descubrir San Juan de Luz o «Saint Jean de Luz», un pueblo de pescadores y armadores, pintoresco donde los haya, y uno de los imprescindibles que ver en el País Vasco francés. No te puedes marchar de él sin deamubular por su tradicional y coqueto puerto pesquero, disfrutar del ambiente que ofrecen calles de su centro histórico como la Rue Gambetta o contemplar el atardecer con helado en mano en su paseo marítimo, el brazo en el que se acurruca el arenal de la Grande Plage. Eso sin mencionar sus innumerables atractivos. como son su embaucadora estética de ventanas de colores, la panorámica de su bella bahía o un Jardín Botánico con vistas al mar Cantábrico.
Imprescindible: probar los «macarons» de la Maison Adam, elaborados con la misma receta tradicional desde hace tres siglos.
Nuestra próxima parada en la ruta por el País Vasco francés la hacemos en esta singular localidad de interior con nombre de mujer, un museo al aire libre donde admirar la arquitectura tradicional vasca en todo su esplendor. Caseríos y fachadas con vigas y contraventanas de colores conviven en armonía con un entorno natural sobrecogedor. Apúntate visitar la casa Ortillopitz, una edificación abierta al público en la que se reproduce la vida en el siglo XVII, su iglesia, el Museo de la Torta Vasca o sus cuevas. Por si faltaran motivos para visitarla, en su término municipal se encuentra además el tren de cremallera de Larrún que te lleva a lo más alto de los montes Axuria y Larrún, desde donde, en los días más claros, se puede divisar el mar.
Imprescindible: si tienes ocasión, realiza la ruta medieval que atraviesa el pueblo de norte a sur en dirección a España.
También nombre de fémina tiene este tranquilo pueblo de los Países Vascos franceses, donde la irresistible combinación de arquitectura típica de la costa labortana, la gastronomía y el entorno hacen de ella un destino indispensable en cualquier ruta por el País Vasco francés. Situada a tan solo 10 km de su vecina Sare –«Sara» para los hispanohablantes–, esta localidadd de apenas 600 habitantes invita a perderse por su centro histórico, articulado en torno a la tradicional pista de frontón –seña de identidad indiscutible– y su iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. En tu visita, puede que te tropieces con alguna concha de metal, símbolo de que por aquí también pasa el Camino de Santiago francés. No es la única ruta que la atraviesa, pues de este, el último pueblo de Francia de la carretera D20 salen rutas de senderismo pirenaicas como la GR10, que cruza la cordillera desde Hendaya hasta Arrens, en Girona.
Imprescindible: pararse en su cementerio y su colección de esquelas discoidales.
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