Hoy te traemos una de las joyas del País Vasco francés, una ciudad con un rico patrimonio histórico y cultural en la que, además de callejear por un casco viejo coloreado por sus características vigas y contraventanas, podrás degustar su famoso jamón o disfrutar de una de sus numerosas fiestas.
La mejor prueba de que el País Vasco no se acaba en España la encontramos en Bayona, «Baiona» en euskera o «Bayonne» en francés. Considerada una de las seis ciudades más bonitas de toda Francia, conserva una arquitectura popular, la vasca, que pinta sus calles con el color de las vigas y entramados de madera que sostienen sus casas. Ciudad histórica donde las haya, su emplazamiento entre el mar y la montaña, atravesada por los ríos Adour y Nive, la hizo ya atractiva desde tiempos romanos, así que prepárate para descubrir una ciudad amurallada por una fortificación, protegida por numerosas torres de origen romano, salpicada de dos castillos –el viejo y el nuevo, cómo no–, presidida por una catedral gótica de aúpa y por un mercado no menos pintoresco, unos puentes de postal y un jardín botánico en el que reposar todo lo vivido en sus animadas calles. Todo ello dividido en los tres barrios que la conforman: la «Grand Bayonne», la «Petit Bayonne y «Saint Esprit». ¿Te vienes a conocerlos?
Imprescindible: perderte por su calle más antigua, la «rue d'Espagne», una de las más pintorescas.
Separado de su hermana pequeña por el río Nive, en él se concentra una generosa parte de los atractivos que visitar en Bayona (Francia). Aquí se originó la antigua «Lapurdum», el asentamiento romano germen de la ciudad y, lo que hoy son calles estrechas de estilo medieval, fueron hasta el siglo XVII canales navegables, de ahí el nombre de calles como la Rue Port-Neuf o Puerto Nuevo. Actualmente, las plantas bajas de calles como esta o la Rue D'Espagne suelen estar ocupadas por tiendas llenas de encanto. Además de pasear por ellas, no te pierdas los demás «must» del barrio: - «Maison Moulis»: originaria del siglo XVI, es una de las más famosas de Bayona, y su fachada combina arquitectura vasca y ventanas renacentistas. - Catedral de Sta. Mª: ubicada en la Plaza Pasteur, es de estilo gótico. No te pierdas el claustro anexo. - Murallas de la ciudad: hay tramos de origen romano, del Renacimiento y del siglo XVII. - «Châteaux Vieux»: el castillo viejo de la ciudad, hoy día propiedad del ejército. - «Les Halles»: el mercado cubierto, de imprescindible visita. - «Hôtel de Ville»: el ayuntamiento, de estilo neoclásico, también alberga un teatro.
Imprescindible: darse un paseo por los alrededores de las murallas, donde se encuentra el Jardín Botánico de la ciudad.
Al otro lado del río Nive, en la Petit Bayonne encontrarás un lugar tranquilo donde seguir paseando, levantado sobre un terreno pantanoso ganado al río. Antes de sumergirte en él, date un paseo por la ribera del río en busca de una de las postales más buscadas de Bayona. La encontrarás a la altura del muelle más bonito de la ciudad, el «Quai Amiral Jaureguiberry», desde el puente Pannecau. La imagen de la hilera de casas estrechas con una colorista mezcla arquitectónica de contraventanas y entramados de madera la convierten en la panorámica más típica de Bayona. Toma nota del resto de imprescindibles de la zona: - Iglesia de Saint André: de estilo neogótico, fue levantada en la segunda mitad del siglo XIX. De impresionantes rosetones. - «Châteaux Neuf»: construido por orden de Carlos IV al recuperar Bayona en el siglo XV. Alberga una de las sedes de la universidad. - Puerta de España: era, junto a la de La Poterna, una de las dos vías de acceso a Grand Bayonne. Por aquí se entraba desde España. - Museo Vasco: ubicado en la Casa Dagourette, cuenta con una de las colecciones etnográficas más importantes de la cultura vasca en Francia.
Imprescindible: dejarse maravillar por el monumental órgano de la iglesia de Saint André, donado por Napoléón III.
Cruzamos ahora el puente de Saint Esprit que nos llevará hasta la Plaza de la República, al otro lado del Adur. Aquí encontramos el antiguo arrabal de Bayona, y el barrio judío más antiguo de Francia. Más humilde que los anteriores, en la actualidad rebosa dinamismo y juventud, tanto que es comparado con el barrio londinense de Camden Town. En su calle principal, la rue de Ste. Catherine, encontrarás bares y cafeterías regentadas por jóvenes y sobre todo tiendas de segunda mano y ropa vintage. Esta es también una zona ideal para alojarse si estás buscando un hotel en Bayona (Francia), ya que aquí tienes hoteles de cuatro estrellas a buen precio. A pesar de lo que pueda parecer, merece la pena cruzar el río para perderse por él, aunque sea solo por degustar uno de los chocolates con más tradición de Francia. Traído en el siglo XVII por maestros sefardís, este es, junto al jamón, uno de los productos locales con más éxito. No dejes de visitar «L'Atelier du Chocolat», una suerte de museo en la zona. Tampoco le pierdas la pista a los murales repartidos por sus calles, ni la ciudadela o fortaleza de Vaugan.
Imprescindible: date una vuelta por la estación de tren, merece la pena contemplar de cerca su arquitectura.
Corría el año 1932 cuando los habitantes de Bayona decidieron, inspirados por los grandes festejos de sus vecinos de Pamplona, que ellos también se merecían unas fiestas acorde a su espíritu alegre y disfrutón. Dicho y hecho. Desde entonces, cada miércoles tarde de la última semana de julio, el Rey Léon, el protagonista de las fiestas, una figura inspirada en el cómic, se asoma a uno de los balcones del ayuntamiento de la ciudad para arrojar las llaves de la ciudad a la muchedumbre que se concentra en la Plaza de la Libertad, dando así por inauguradas las fiestas de la ciudad, una de las más famosas de toda Francia. Cinco días en los que Bayona se viste, al igual que los navarros, de blanco y rojo, y los pasacalles, las charangas y las corridas, entre otros muchos eventos, inundan la ciudad. Sus habitantes, reunidos en peñas, le sacan jugo a largas jornadas que, cada mediodía, comienzan con la aparición estelar del Rey León en el ayuntamiento y que, al caer la noche, llena la vera del río Nive de barras repletas de gentes dispuestas a pasar una noche divertida.
Imprescindible: no te pierdas tampoco la feria del jamón o las jornadas del chocolate que se celebran anualmente.
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