Un capricho meteorológico quiso que la Brujas del siglo XII conectara con el mar del Norte y se convirtiera en uno de los puertos más importantes de Europa. Lo que queda hoy día de aquella época de esplendor es el casco histórico medieval más grande de toda Europa, uno atravesado por bucólicos canales y envuelto en un aura mágico que no desaparece en ninguna época del año. Hoy te invitamos a desgranar sus innumerables atractivos, a perderte por sus plazas, a mirar al cielo desde una de sus torres y a sumergirte en el beguinaje y arte flamenco, sin olvidarnos de sus parques.
De la Grote Markt al Muelle del Rosario, pasando por el Begijnhof. A pie, en barca o bicicleta. Da igual cómo elijas recorrer Brujas. No hay única forma de descubrir los edificios que presiden sus plazas, los puentes que enlucen sus canales o los rincones que esconden trocitos de historia. Nos colamos en su corazón, la Grote Markt, para ver de cerca sus pintorescas fachadas. En ella sobresalen, además del Palacio Provincial y las estatuas de Jan Breydel y Pieter de Coninck –dos héroes locales– el museo Historium Brugge y, por supuesto, una de las primeras cosas que ver cuando viajes a Brujas: la torre Belfort. A pesar de los 366 peldaños que separan de la ansiada panorámica, es uno de los miradores más codiciados de Brujas. Continuamos con la plaza del Burg, con el edificio del ayuntamiento, de estilo gótico y originario del siglo XIV y la basílica de la Santa Sangre, entre otros. De los alrededores, no te pierdas el Goeningenmuseum y su interesante colección de arte flamenco, ni tampoco el Gruuthusemuseum, que repasa la historia de la ciudad. El sol va cayendo, y ponemos rumbo al Muelle del Rosario, con los mejores atardeceres de la ciudad. Pero antes hacemos una parada en el beguinaje de Brujas para pasear por sus jardines y conocer un poco más de la historia de las beguinas.
Del amor romántico a la pasión por las cervezas. Retomamos nuestra ruta por Brujas en uno de sus parques más románticos, el de Minnewaterpark. Conocido también como «lago del Amor», es un lugar bucólico poblado por cisnes y rodeado de verdes prados, protagonista de una romántica y trágica leyenda. Otro de los espacios verdes que merece la pena visitar, especialmente si te apetece un paseo en bicicleta o hacer running, es el Kruisvest, más alejado del bullicio del centro y rodeado por históricos molinos como el de Sint-Janshuismolen, que además podrás visitar por dentro. Puede que, sin embargo, te apetezca explorar la ciudad en una de las rutas por los canales que salen cada 30 minutos de sus cinco muelles. Si te gusta la cerveza, seguro que aprecias una visita a la De Halve Maan, una fábrica de cerveza que podrás visitar y en la que podrás degustar las únicas cervezas belgas producidas en plena ciudad de Brujas.