La que fuera la segunda ciudad más importante del Imperio Austrohúngaro se asoma a un Danubio dorado sobre el que se desdoblan Buda y Pest, y que vertebrará nuestro recorrido por la que desde 1843 es una sola: Budapest. No se nos ocurre mejor forma de comenzar nuestra visita que con un paseo por la orilla del río en dirección al Parlamento para disfrutar de las vistas del skyline de la parte occidental. Cruzamos hasta ella por el Puente de las Cadenas, el más antiguo de los que sobrevuelan el Danubio, hasta toparnos con el palacio neogótico que alberga la asamblea del gobierno. Tras deambular por sus floreados jardines, nos dirigimos a un edificio icónico que no te puedes perder cuando viajes a Budapest: su ópera. Inaugurado a finales del siglo XIX, este lujoso edificio compitió en belleza con la ópera de Viena y París. Motivos no le faltan: su ecléctico estilo neogótico-barroco es apenas la antesala de un teatro lírico que te dejará atónito. Como también lo hará nuestra siguiente parada, el parque municipal Városliget, una zona verde de impresionantes dimensiones y fascinantes paisajes. Finalmente, después de tanta belleza, solo cabe agasajar el cuerpo con las aguas termales del cercano balneario público de Széchenyi.
Al otro lado del río, desde la colina de Géllert, contemplamos las hermosas vistas sobre la Isla de Margarita antes de descender hasta el Palacio Real, donde el primer castillo de Budapest, el de Buda. Además de una maravillosa fachada, el recinto incluye palacetes y museos de arte e historia que no te puedes perder. Antes de dejarnos llevar por el animado ambiente del barrio judío al otro lado del Danubio, le debemos una visita al Bastión de los Pescadores, un balcón que nos regala unas nada desdeñables vistas. Estas incluyen la iglesia de Matías, uno de los edificios religiosos de visita obligada. Ahora sí, toca desconectar con un paseo por las callejuelas de Pest, tras reponer fuerzas en el decimonónico café Gerbeaud, el favorito de Sissí. Al caer la noche, en cambio, los protagonistas son los «bares ruina», viejos inmuebles reconvertidos en pubs de estrambótica apariencia que ofrecen una experiencia nocturna diferente de historia, moda y diversión.