Qué ver en Tánger
Tánger, esa ciudad portuaria en la costa noroeste de Marruecos que se asoma al estrecho de Gibraltar, reproduce fielmente el choque de aguas que se produce frente a sus costas. Y es que, en esta ciudad única que ha servido de inspiración a artistas tan variopintos como Paul Bowles, William S. Burroughs y Tennessee Williams, la esencia árabe convive con nuevos museos icónicos, galerías de arte y hoteles con encanto, y unos paseos marítimos restaurados que dan acceso a unas de las mejores playas de este lado del Mediterráneo. Organízate bien, porque te faltarán días para tachar de la lista todas las cosas que ver en Tánger: desde su vibrante medina, la «Kasbah», su gran zoco y mercados, a sus impactantes miradores sobre el Mediterráneo y, por supuesto, sus imperdibles museos, entre tantos otros. ¡Empezamos!
Kasbah. Así se denomina a la parte fortificada que ocupa una de las colinas de la ciudad. Piérdete sin rumbo por sus callejuelas, acabarás probablemente en lo más alto, contemplando las hermosas vistas sobre las murallas portuguesas del siglo XV que ofrece esta privilegiada perspectiva. Otro de los lugares que no deben faltar en tu recorrido por la parte vieja de Tánger es el museo que ocupa el antiguo palacio Dar-el- Makhzen (del Gobernador), del siglo XVII, y el recién estrenado Museo de Arte Contemporáneo Mohamed Drissi, situado en la misma explanada y al que podrás acceder con la misma entrada.
Medina. Orquestada en torno a la no menos famosa Plaza 9 de abril –donde se encuentra el Gran Zoco de la ciudad–, la Medina, otra de las cosas que ver en Tánger sí o sí, se corresponde con su casco histórico e incluye la ya mencionada «Kasbah». Sin aparente concierto ni trazado, sus calles concentran los bazares, comercios y talleres de artesanía con más carisma de la ciudad. De visita ineludible son la propia Plaza 9 de abril, que conmemora la visita de Mohamed V en el año 1947 para comunicar el deseo de independencia de Marruecos, el mercado central y el Zoco Chico o «Petit Socco», con los míticos cafés Tingis y Café Central y sus grandes terrazas como referentes del pasado glorioso de la ciudad.
La Corniche. A un salto desde el emblemático Hotel Continental, cuyas estancias profusamente decoradas nos recuerdan la esencia árabe de la ciudad, nos topamos con el viejo puerto de Tánger. Accedemos a él por la Puerta del Mar que deja atrás la Medina, siguiendo el recorrido que marca renovado paseo marítimo de La Corniche. Merece la pena detenerse a contemplar las vistas panorámicas sobre el mar y al Estrecho de Gibraltar.
Café Hafa. Desde el inmenso arenal que transcurre paralelo al paseo marítimo, la promesa de un atardecer con las aguas del Estrecho y la costa española de fondo nos llevará a la terraza de otro de los lugares de visita obligada en Tánger, por su legado indiscutible y sus vistas de infarto. Hablamos del Café Hafa o el «hafita», como lo apodan los españoles que residen en la ciudad. Imprescindible, probar uno de los míticos tés a la menta que se sirven en toda terraza tangerina que se precie.
Cabo Espartel. Es una de las excursiones más habituales de quienes visitan Tánger. Se encuentra a apenas 14 kilómetros de la ciudad, en el extremo norte del país, y atesora una Reserva Natural con bellos acantilados, playas, bosques con vegetación autóctona y hasta unas cuevas, las de Hércules. Su belleza es solo acompasada por la del faro homónimo que lleva alumbrando cerca de 160 años unas aguas que hasta entonces habían presenciado demasiados naufragios. Fue, de hecho, el primero de la red de señalización marítima de las costas marroquíes, y su arquitectura recuerda al minarete de una mezquita.