Milán, la «capital del norte». No es de extrañar que la mayoría de las rutas por la ciudad comiencen aquí. Corazón de Milán, la Piazza del Duomo desprende la majestuosidad de quien se siente blanco de todas las miradas. Es epicentro de la vida social, religiosa y cultural de la ciudad. Queda claro nada más llegar: en su perímetro, la sobrecogedora fachada de su catedral comparte espacio y visitantes con el arco de entrada a las galerías de Vittorio Emmanuelle II y el Palacio Real, antigua sede gubernamental y ahora sala de exposiciones y uno de los centros culturales de la ciudad. Comenzamos por el Duomo, la segunda catedral más grande del mundo, originaria del siglo XIV. El suyo es un estilo gótico tardío-renacentista caracterizado por la grandiosidad: la de su fachada de mármol, sus vidrieras, las 135 agujas que delimitan su perfil o el gran Mirador al que, sin duda, tienes que subir. Tras visitar su interior, nos dirigimos hasta el no menos conocido Teatro alla Scala. Para ello, atravesamos el pasillo principal de las galerías Vittorio Emmanuelle II sin dejar de admirar su impresionante vidriera acristalada, toda una obra de ingeniería de mitad del siglo XIX. Junto a la famosa ópera, las Gallerie D'Italia exhiben obras italianas de los siglos XIX y XX en un entorno envidiable.
Milán, la capital del arte. Una visita al centro histórico de Milán no está completa sin ver «La última cena» de Leonardo Da Vinci, situada en la iglesia de Santa Maria delle Grazie, a unos 20 minutos de la Scala. Por el camino, fíjate en la Piazza dei Mercanti y su emblemático pozo, y si quieres ir abriendo boca, haz una parada en la Pinacoteca de Brera y en la de Ambrosiana. Después de tanto arte, igual te apetece un descanso en los jardines de estilo inglés del Parque Sempione. Entra por el castillo Sforzesco, un pedazo de historia de la ciudad con interesantes colecciones de arte, y luego déjate caer en el césped con la mirada perdida en el Arco de la Pace. Si te pilla la hora del aperitivo, no hay mejor lugar para disfrutarlo que en el barrio Navigli. Pero antes, haz una parada en las Colonne di San Lorenzo. Llegarás justo a tiempo de sentarte en una de las terrazas de Naviglio Grande –uno de los dos canales que conforman el barrio–, para luego seguir la noche en uno de los pubs de Naviglio Pavese.