Viajar a Nápoles es retroceder en el tiempo 2000 años atrás. Es sumergirse en las profundidades de la cotidianeidad, de la vida que transcurre sin que la veamos pasar. Es disfrutar del mejor ragú que hayas probado jamás, de la pizza más sencilla –y suculenta– que puedas imaginar, y a la vez sumirla en aceite hirviendo para darle una nueva pátina de sabor y humildad. Aquí, lo profano convive con lo sagrado, la elegancia con la vulgaridad, la belleza con la cruda realidad. Te invitamos a recorrer sus calles, a descender al subsuelo y a subir al cielo con una cocina que te encantará.
De Nápoles al cielo, pasando por el subsuelo. Incomprendida por muchos, adorada por otros tantos, Nápoles lleva en su esencia la contradicción. Aquí, las fachadas mugrientas esconden salones barrocos, las calles más oscuras dan a parar a sofisticadas avenidas y los altares dan cobijo a santos y a Maradona por igual. Hay, sin embargo, algo que te quedará meridianamente claro cuando viajes a Nápoles: la gastronomía es sagrada, y ya seas de desayunar una «sfogliatella», una «pizza fritta» o un «cornetto» de chocolate, aquí comer se convierte en una actividad imperdible más. Comenzamos nuestra ruta por todo lo alto: en la colina de Vomero, concretamente en el Castel de Sant'Elmo y la vecina Certosa di San Martino, desde donde contemplar una bella estampa de los tejados, el Vesubio y el mar. Pero este no es el único baluarte que ha necesitado la ciudad para defenderse de quienes han codiciado su potestad: junto al mar, el Castell Nuovo y el dell'Ouvo completarán nuestra visita a las fortificaciones de la ciudad. Aprovechando que estamos junto al puerto de Santa Lucia, haremos una parada técnica para probar la auténtica pizza margarita –originaria de aquí– en una de las «trattorias» familiares que inundan sus calles, o para darle una oportunidad al pescado y marisco de la zona en uno de los locales del Borgo Marinari.
«Spaccanapoli» o cómo comprar belenes durante todo el año. Toca poner rumbo al centro histórico, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, para inmortalizar tesoros escondidos como la capilla de San Severo, la Piazza del Gesú Nuovo y maravillarnos con las tiendas de belenes de Via San Gregorio o la transitada Via dei Tribunali. En uno de sus muchos recovecos, la Piazza de San Gaetano, nos espera la gran sorpresa del día: uno de los accesos a la Napoli Sotterranea, un paseo por las entrañas de la ciudad que abarca sus últimos 2400 años. Prepárate para ver un acueducto construido por los griegos, cisternas de la época romana, búnkeres de la Segunda Guerra Mundial y hasta un anfiteatro. Si te atraen los mundos paralelos, atrévete también con las catacumbas de San Gennaio, la Galleria Borbonica o el Cimitero delle Fontanelle. Donde sí tienes que ir, te guste o no el arte, la historia y la arqueología, es al Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, un elegante edificio de bellas proporciones que alberga un pedazo de historia de Pompeya, Herculano y hasta de la mismísima Roma.