Con un 90 % de su territorio en naturaleza y el 10 % restante como Patrimonio de la Humanidad, Andorra se nos presenta como un destino obligatorio y accesible los 365 días del año. Ya sea a pie de pista –como uno de los principales destinos de montaña de Europa–, callejeando por uno de sus pueblos medievales o en un paseo por alta montaña –a caballo, a pie o en bicicleta– fuera de la temporada de esquí, cualquier escapada al país pirenáico que hace de bisagra entre España y Francia es un vaivén de planes que oscilan entre la naturaleza más romántica y sentida, la arquitectura en piedra más genuina, una oferta culinaria cuanto menos contundente y una interesante oferta de ocio más urbano que va desde los baños relajantes de Caldea a las tardes de «shopping».
Grandvalira. Uno de los primeros planes que hacer en Andorra es, sin duda, disfrutar de la generosa extensión de nieve –unos 210 kilómetros de pistas– que ocupa la estación de esquí de Grandvalira, antaño dividida en las estaciones de Grau Roig, Pas de la Casa, Soldeu-El Tarter y Canillo. Más allá de sus espectaculares pistas, su sistema combinado de remontes es un podigio de velocidad y eficiencia, sin hablar de las vistas panorámicas que regala.
Vall del Madriu-Perafita-Claror, Vall de Sorteny y Valls de Comapedrosa. Entre ellos, estos tres nombres acogen los paisajes de montaña más escenográficos de este pequeño país. Llama también la atención su vasta flora y fauna, que aquí trasiega a sus anchas entre miradores como el de Roc del Quer, jardines botánicos, centros de interpretación e itinerarios que llevan hasta maravillas como el Llac d’Engolasters o los Estanys de Juclà, entre los imprescindibles que ver en Andorra.
Ordino. Capital cultural de Andorra, es también uno de sus pueblos más bonitos y el punto de partida perfecto para disfrutar de unas vacaciones de verano de lo más activas. De hecho, uno de los planes más populares entre julio y septiembre es ascender a los picos más altos en los teleféricos de Canillo y Soldeu, y recorrer la montaña caminando o en bicicleta. No dejes de visitar tampoco su Museu Postal y la casa Areny-Plandoli, los lagos de Tristany o vestigios de la tradición andorrana del hierro como la pequeña Mina de Llorts, en torno a la cual se puede hacer un interesante recorrido de ocho kilómetros denominado la «ruta del ferro».
Naturlandia y Mont Magic. Situados en Sant Juliá de Loria, estos parques de atracciones en plenas estaciones de esquí ofrecen actividades de escalada, tirolinas, hinchables, toboganes e incluso atracciones de realidad virtual en las que vivir la experiencia de deslizarse en un trineo. En la estación de esquí de Pal hay otras áreas similares menos conocidas.
Caldea. Es el balneario de aguas termales más grandes de Andorra, e incluso de Europa. Situado en Escaldes-Engordany, se erige magnánime cual catedral, revestido de deslumbrantes ventanales de que ascienden hasta los 80 metros de su llamativa torre. En este singular complejo de diseño futurista podrás encontrar desde baños de vapor, saunas, jacuzzis enormes y hasta lagunas y toboganes para disfrutar de una jornada de descanso tras días de esquí, caminatas o compras en The Shopping Mile de Andorra la Vella, capital y eje comercial del país.
Bordas. Epicentro de la revolución gastronómica del país, en estos establecimientos donde se sirve cocina tradicionalmente andorrana podrás degustar típicos platos de montaña regados con vinos «de altura». Lo que otrora fueran refugios donde proteger al ganado de las inclemencias del tiempo, hoy lucen como caserones de piedra con mucha historia.